20.8.06

un poema de miguel hernández dedicat principalment als poetes

A LOS POETAS

Entre todos vosotros,
con Vicente Aleixandre
y con Pablo Neruda
tomo silla en la tierra
tal vez porque he sentido
su corazón cercano
cerca de mí,
casi rozando el mío.

Con ellos
me he sentido más arraigado
y hondo,
y además menos solo.

Ya vosotros sabéis lo solo que yo voy,
por qué voy yo tan solo...
Andando voy,
tan solos yo y mi sombra.

Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Prados, Garfias,
Machado, Juan Ramón, León Felipe, Aparicio,
Oliver, Plaja,
hablemos de aquello a que aspiramos:
por lo que enloquecemos lentamente.

Hablemos del trabajo,
del amor sobre todo,
donde la telaraña y el alacrán no habitan.
Hoy quiero abandonarme
tratando con vosotros
de la buena semilla de la tierra.

Dejemos el museo,
la biblioteca,
el aula sin emoción,
sin tierra, glacial,
para otro tiempo.

Ya sé que en esos sitios
tiritará mañana mi corazón
helado en varios tomos.

Quitémonos el pavo real
y suficiente,
la palabra con toga,
la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día,
de la emoción del día.
Abandonemos la solemnidad.

Así: sin esa barba postiza,
ni esa cita que la insolencia
pone bajo nuestra nariz,
hablaremos unidos,
comprendidos,
sentados
de las cosas del mundo
frente al hombre.

Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua.
Y a cantar entraremos a una bodega,
a un pecho,
o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento.

Ahí está Federico,
sentémonos al pie de su herida,
debajo del chorro asesinado,
que quiero contener como si fuera mío,
y salta, y no se acalla entre las fuentes.

Siempre fuimos nosotros
sembradores de sangre.
Por eso nos sentimos
semejantes del trigo.

No reposamos nunca,
y eso es lo que hace el sol,
y la familia del enamorado.

Siendo de esa familia,
somos la sal del aire.
Tan sensibles al clima
como la misma sal,
una racha de otoño
nos deja moribundos
sobre la huella de los sepultados.

Eso sí: somos algo.
Nuestros cinco sentidos
en todo arraigan,
piden posesión y locura.
Agredimos al tiempo
con la feliz cigarra,
con el terrestre sueño
que alentamos.

Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio,
Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe.
Hablemos sobre el vino
y la cosecha.

Si queréis, nadaremos antes en esa alberca,
en ese mar que anhela transparentar los cuerpos.
Veré si hablamos luego con la verdad del agua,que aclara el labio de los que han mentido

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